Cuando el vampiro lo tienes en el centro de trabajo, se convierte en acoso laboral o mobbing.
Tienes que tener las cosas muy claras y para tener las cosas claras, lo primero y principal es dotarte de la formación necesaria como para que desarrolles tu trabajo sin ningún tipo de dudas y sin fisuras.
Una de las cosas que el vampiro va a hacer es poner en duda tu trabajo, y además intentar demostrar a los demás que lo estás haciendo mal, si los que reciben la información no tienen la capacidad suficiente como para discernir si está mal o bien, se lo creerán, con lo que el estatus del vampiro ira subiendo y el tuyo ira mermando.
Si no tienes la formación suficiente, puede ser que no tengas la seguridad de hacerlo bien y realmente te acabes creyendo un inútil con lo que tu autoestima disminuirá, tus ganas de trabajar también y caerás en la trampa.
En cambio, si tienes la seguridad de hacer las cosas bien, porque detrás de cada tarea existe una cualificación profesional que te ayuda a tomar la decisión adecuada en cada momento, ya pueden ir diciendo lo que quieran, que no van a poder demostrar nada, es más, si tienes la oportunidad de rebatir lo que dicen los vampiros, los demás se darán cuenta de tu valía, y aunque sigas siendo objetivo de la tentativa vampírica, no podrán contigo.
Cuando las cosas se pongan muy difíciles y veas que te han metido en una trampa muy elaborada, es importante que tengas la cabeza fría, que dediques un tiempo a la reflexión, para que el componente emocional se vaya diluyendo y puedas actuar en busca de la solución al problema en lugar de centrarse en lo mal que te sientes por ser víctima de unos canallas.
Y a partir de ahí, hacerle frente a la situación, volviendo a tu puesto de trabajo con la cabeza bien alta y sin dudar en tu profesionalidad. Volviendo a hacer tu trabajo como sabes hacerlo.
Piensa en tu propia satisfacción, esa que sólo tú puedes sentir cuando estás orgulloso de lo que has hecho, hagan lo que hagan los demás.