Una vez pasadas las vacaciones de Semana Santa, volvemos a encontrarnos en este espacio para poder expresar lo que pensamos sobre las relaciones personales en el sentido de la dependencia emocional que en múltiples ocasiones observamos entre los más próximos a nosotros.
Las relaciones se tienen que basar en una serie de normas, a veces escritas y otras no, y en una serie de valores.
En la interacción con nuestros semejantes iremos aprendiendo estas normas, y las iremos adaptando a nuestra forma de ser y a nuestra forma de ver la realidad. También es cierto que en otras ocasiones tendremos que ser nosotros quienes nos adaptemos a las normas y valores imperantes en nuestra sociedad.
Pero, ¿qué sucede cuando tal adaptación no existe? ¿qué sucede cuando esa adaptación no es de doble vía?, es decir que, o bien sólo nos adaptemos a la norma, o que sólo hagamos que la norma se adapte a nosotros.
Lo que sucede es que se produce un desequilibrio individual, pero que muchas veces se equilibra en pareja. Con esto queremos decir que hay ocasiones en las que la pareja, como tal, está equilibrada en ese sentido adaptativo antes señalado, pero cada uno de sus miembros, de forma individual se encuentra en desequilibrio.
Uno de ellos se adapta perfectamente a las normas de convivencia impuestas por el otro miembro, que lo que hace es adaptar las normas a su forma de ser.
Lo que implica este “equilibrio” de pareja es que uno de ellos va a hacer todo lo posible para que el otro haga lo que él o ella quiera, y la forma de conseguirlo puede venir a través del chantaje o “vampirismo” emocional.
Una de las partes quedará casi anulada, soportará toda clase de humillaciones, públicas o privadas; soportará casi cualquier cosa porque ha llegado a creerse que “sin la otra parte no soy nada”.
En los siguientes artículos desarrollaremos más este tipo de relaciones y veremos de qué forma se puede conseguir tener una relación sana con nuestros semejantes.