Regla nº 6: Toda decisión conlleva una consecuencia.
Recuerdo que la primera vez que lo vi, me sorprendió que los jugadores de baloncesto reconocieran su falta levantando la mano.
Hoy en día me sigue sorprendiendo que en algunos centros escolares se siga castigando a toda la clase por el mal comportamiento de uno de los alumnos, haciendo responsables del hecho a quién no ha tenido nada que ver en ello, pero que tampoco se quiere “chivar”.
En un artículo anterior hablábamos sobre el precio emocional que se paga por ciertas decisiones, pues bien, todo acto lleva una consecuencia aunque sea no hacer nada, y para saber si estás dispuesto a pagar el precio es necesario saber cuál será el coste del resultado, y que ese resultado es atribuible solamente a ti.
Te pueden asesorar, te pueden aconsejar, pero nadie te obliga a elegir que camino tomar, por lo tanto, tú y solo tú eres el responsable de las consecuencias, buenas o malas.
Eso no significa que no te puedan afectar las decisiones de los demás, así como también tusdecisiones pueden afectar a otras personas.
Cuando salen las cosas bien, es muy fácil pensar que ha sido gracias a la decisión que he tomado el que todo haya salido tal y como yo quería, e incluso si me dan alguna “medalla” por ello, mejor.
Pero y ¿cuándo no salen como yo quería?. La tendencia es echar la culpa a los demás, y fijaos bien que uso la palabra culpa, en lugar de responsabilidad (un poco más suave). Y la uso porque en la reacción airada producto de la baja tolerancia a la frustración derivada de que las cosas no salgan como queremos, nos enojamos con los demás y les CULPAMOS del producto de nuestra elección.
Y si le sumamos unas dosis de orgullo, se produce una mezcla que dificultará nuestro propio aprendizaje y las relaciones futuras con las personas de nuestro entorno. ¿Lo habéis padecido alguna vez?.
Difícilmente podremos aprender y hacer nuestro mapa si no somos capaces de asumir el resultado de nuestros actos, de nuestras decisiones, una vez asumido esto, pondremos más atención en la toma de decisiones, valoraremos más los elementos que están a nuestra disposición antes de elegir un camino u otro. Y nos convertiremos en unas personas más fuertes y más equilibradas