Para considerar que una persona ha sufrido un trauma psicológico, tiene que haber estado expuesta a muerte, a amenaza de muerte, heridas graves o amenaza sexual, es decir, se ha enfrentado a una experiencia en la que la vida o la integridad física han estado en peligro.
Esta experiencia provoca una cascada de acontecimientos, en los que va a estar involucrada la persona como un todo. Es una respuesta de estrés agudo, en la que el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal se dispara con gran intensidad, y ahí empieza a cambiar o empieza a afectarse el funcionamiento cognitivo, el funcionamiento emocional y posteriormente también psicosocial e incluso la salud.
Cuando estas respuestas de estrés no se superan y persisten en el tiempo y en la persona es cuando hablamos de trastorno de estrés postraumático.
Algunos de los síntomas que se experimentan son:
La reexperimentación de lo que ocurrió (flashback), esto significa que los sucesos vuelven y vuelven, son como instantáneas, como fogonazos, en los que se vuelve a estar sintiendo y viviendo lo que ha ocurrido. Aunque lo hemos denominado fogonazos, esttos pueden ser muy largos, pueden durar horas e incluso días; también vienen pensamientos sobre lo que ocurrió, pesadillas, etc
La evitación, como el recuerdo crea gran sufrimiento, todo el esfuerzo y toda la energía se dedica a no recordar, a evitar. También se evitan las situaciones los lugares en los que aquello ocurrió. Como el miedo ha sido muy fuerte y muy intenso, es muy fácil que haya una generalización, es decir, que estímulos similares generen la misma respuesta, por lo que cada vez se evitan más y más situaciones y más y más lugares. La persona mantiene esta hiperactivación y además hay una alteración persistente en los pensamientos y en estado de ánimo.
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Hipnosis y Deporte
La hipnosis ayuda a mejorar el rendimiento deportivo de varias maneras:
Potenciando la fuerza.
- Aumentando la resistencia.
- Mejorando la actitud y la motivación.
- Elevando la autoestima.
- Acelerando la recuperación de las lesiones.
- Aumentando la rapidez de las reacciones.
- Mejorando la técnica.
- Acelerando la adquisición de automatismos.
Hoy vamos a centrarnos en la adquisición de automatismos.
Cuando estamos aprendiendo un deporte, hay una serie de “gestos” que tenemos que adquirir, por ejemplo, en la foto vemos a dos remeros sacando las palas del agua, en este caso, uno de los gestos que el remero tiene que aprender es el de sacar las palas rápidamente, de forma sincronizada y una vez que los remos están fuera del agua, iniciar el repaleo.
Y por supuesto, cuando lo están haciendo en competición, no piensan en hacerlo, simplemente lo hacen, se puede decir entonces que han adquirido un automatismo.
Para adquirir estos automatismos hay que entrenar mucho ese gesto, esa acción y, por supuesto, combinarla con otras.
Ahora bien ¿cómo nos puede ayudar la hipnosis?.
Haciendo que esos automatismos tarden menos tiempo en llegar. Una de las características de la hipnosis es que permite al cerebro saber exactamente lo que tiene que hacer para conseguir que los músculos se muevan de una forma determinada y de una manera automática.
Para ello, una vez que el deportista se encuentra en estado hipnótico se le invita a vivir mentalmente (es como estar subidos en un simulador virtual) el gesto que quiere conseguir, por ejemplo, sacar las palas rápidamente del agua. En este caso, “vivenciaría” el hecho de verlas salir rápidamente y de la forma correcta y su cerebro iría procesando lo que se quiere conseguir, para así poder dar las ordenes precisas a la espalda, hombros, brazos, manos, muñecas, etc.
De esta forma, cuando lo tiene que poner en práctica, su parte inconsciente ya sabe lo que tiene que hacer, con lo que se consigue que el automatismo se adquiera mucho más rápido que si sólo se practica de manera consciente y de modo real.
De tal manera que si el tiempo que dedicamos al aprendizaje de la técnica adecuada disminuye, podemos dedicar más tiempo a otras facetas también importantes (incluidos los valores como deportista) y además, si se realiza con jóvenes, habrán adquirido una base importantísima para su futuro.
Hemos puesto el ejemplo del remo, pero sirve para cualquier deporte, de hecho, cuantos más automatismos sean necesarios, mayor será su eficiencia.
SESGO DE ATRIBUCIÓN
Cuando hablamos del sesgo de atribución nos referimos a los errores que se producen al creer que unas personas poseen cualidades que no tienen después de habérselas asignado mediante la generalización.
Es decir, observamos que alguien tiene unas cualidades positivas específicas, como por ejemplo, ser buena deportista, con grandes éxitos, y de ahí pasamos a pensar en que todo lo que lleva consigo van a ser cualidades positivas, como ser inteligente cuando en realidad no lo es. (No siempre es beneficioso para el perceptor, como en el caso de la foto).
En nuestras relaciones de pareja nos puede pasar algo parecido a esto, como mi pareja tiene un buen trabajo, estudios universitarios y además juega bien al padel, puedo llegar a pensar que es buena en todo lo demás y que además sus opiniones son las correctas.
Lo que no se suele mencionar es el sesgo de atribución en negativo, es decir, cuando vemos a una persona fea, o desarreglada, tendemos a pensar que es malo en todo.
Ahora imaginemos que vivimos con una persona con la que hemos cometido el error de pensar que es buena en todo y que ese sesgo de atribución en negativo es en realidad un sesgo de AUTOATRIBUCIÓN, en el que el error de pensar que se es malo en todo lo cometemos con nosotros mismos, que nos vemos feos y a partir de ahí pensamos que valemos poco y además convivimos con “el que vale mucho”, pues “el cóctel está servido”, la mezcla es explosiva.
El que todo lo puede asumirá un estatus de poder y jerarquía dentro de la relación, que además será refrendado por el que no puede nada y lejos de ser una relación equilibrada y natural, en realidad se trata de una relación de servidumbre y de dependencia.
Así que no caigas en ninguno de los errores que conlleva el sesgo de atribución, y sobre todo, valórate, porque seguro que habrá cantidad de cosas que harás muchísimo mejor que tu pareja y procura que esa percepción te lleve a sentirte un igual, de esa forma vivirás un relación plena y equilibrada.
ROMPIENDO CADENAS
Para defenderse de una situación de “chantaje emocional” lo primero que hay que hacer es identificarla, saber que realmente se esta viviendo una relación “vampírica”, y no es tarea fácil puesto que quizá se vea como algo normal.
Las personas que se encuentran inmersas en la espiral de una situación anormal no siempre son conscientes de ello y hasta que no se encuentran fuera de esa vorágine, no se aprecia el hecho como, cuanto menos, atípico (por poner algo suave).
Una manera de darse cuenta de ello es teniendo relaciones con otras personas diferentes a las del círculo habitual. Dicho así, parece fácil, pero somos conscientes de que no lo es, porque lo que el “vampiro” hace es precisamente evitar que su víctima tenga relaciones con otras personas y mucho menos si intuye que le van a hacer ver la realidad.
Se excusará con frases como “te esta jamando el coco”, “tu no tienes necesidad de ver a gente como esa”, etc.
Lo que hay detrás de esas frases es, en realidad, un empeño por perpetuar el control, de esa forma siempre existirá un sometimiento.
Así, que sea cual sea la forma de relación que se tenga, es conveniente relacionarse con personas diferentes a las del entorno de la persona con la que habitualmente se convive. Si todo es normal, no habrá ningún problema, y si no lo es, se será consciente de lo que está pasando.
Una vez identificado el tipo de problema existente, el segundo paso será el intentar ponerle freno. Si ya existe la comunicación con otras personas, con las que además se comparten actividades, se habrá dado un paso muy importante, dado que se estará comenzando a trabajar el desapego de la persona vampirizadora y se empezará a trabajar la autonomia y la autosuficiencia.
El hecho de trabajar el desapego es compatible con querer seguir estando con alguien, pero transformando la relación en algo que sea beneficioso para los dos, que los dos se sientan realizados, pero no uno a costa del otro, sino como pareja.
CHANTAJE “FRATERNAL”
La relación entre hermanos también puede dar lugar a que se produzca el “chantaje emocional fraternal”.
“Llego de trabajar y me encuentro con los platos encima de la mesa”, dice la madre a sus dos hijos, “no es justo que me pase todo el día trabajando y vosotros dos no seáis capaces ni tan siquiera de recoger lo que mancháis. Además, Juan, tu eres el mayor y deberías dar ejemplo a tu hermano”.
“La cosa no ha sido así…”, responde Juan, mientras Antonio permanece callado.
“Encima contestando, no quiero saber nada más, estoy hasta las narices, os he dicho mil veces que quiero la casa en condiciones y que os arregléis entre vosotros”.
Visto así, parece una escena más o menos normal y con el cabreo justificado de la progenitora. Pero debemos estar atentos a todo lo que pasa y hablar con nuestros hijos, sin juzgar y sin dar nada por supuesto.
Si hubiésemos visto lo que había pasado habríamos presenciado algo como esto:
Antonio dice con sorna: “Juan, ya puedes empezar a recoger los platos que luego viene mamá y se cabrea.”
Juan, enfadado, responde: “Estoy harto, siempre me toca a mi y tu no haces nada más que jugar con la consola todo el día, hoy no pienso hacerlo, y le voy a decir a mamá que siempre pasa lo mismo.”
Antonio, contesta sonriendo: “Tu verás, a mi me da igual, encima me voy a tomar un refresco y voy a dejar la lata encima de la mesa, para que aprendas.”
Escenas como estas pueden suceder en muchos hogares, un hermano o hermana abusa de la predisposición del otro y de que no quiere tener líos.
Los padres, que siempre ven que las cosas están hechas, cuando no lo están se enfadan y en realidad no saben, o no quieren saber, que uno de los hermanos está siendo oprimido por el otro, vampirizándole emocionalmente, pero cuidado, quizá algún día la víctima salte, se enfurezca y acabe produciéndose una ruptura total.
Pero hasta que eso suceda, es víctima de su propio entorno, que no comprende sus ansias por no tener sufrimientos innecesarios y soporta lo indecible hasta que ya no puede más.
La solución pasa por intentar poner freno a esta situación cuando es incipiente, antes de que se llegue a un punto de no retorno.
VAMPIRO O VAMPIRIZADO
¿Qué eres? “Vampiro” o “Vampirizado”
Cuando hablamos de que en las relaciones se produce, en no pocas ocasiones, una relación de dependencia emocional, no solamente nos estamos refiriendo a las parejas sentimentales.
Este tipo de interdependencia se puede dar entre parejas de cualquier tipo, y de cualquier condición. No es exclusiva de una forma de relación determinada.
Un caso muy común de este tipo de relaciones también lo podemos encontrar en las relaciones paterno o materno-filiales; en las relaciones laborales; en las deportivas; etc.
Incluso puede darse el caso de que en un tipo de relación se asuma un rol y en otra relación se tenga otro rol. Se puede ser dependiente emocional en una relación y “chantajista” emocional en la otra.
Pero no siempre se es consciente de que estamos viviendo este tipo de relaciones, porque como siempre lo hemos vivido así, nos parece hasta normal.
Sería conveniente intentar observar y analizar nuestro comportamiento con respecto a las personas de nuestro entorno para conocer cuál es nuestra forma de convivencia.
A quién echamos la culpa de que por ejemplo, cuando nos vayamos a acostar, esté la cama deshecha; o de que esté la cena fría cuando llegamos tarde; o de que no encontremos la falda o los pantalones que ese día queríamos vestir.
Si la respuesta es “a mi madre/padre” o “a mi marido/mujer”, debemos pensar en lo siguiente: ¿Cuál es nuestra reacción ante esto?, nos enfadamos y así se lo hacemos ver a los “culpables”.
Si la respuesta es afirmativa, se debe empezar a sospechar de que si no lo somos ya, estamos en el camino de llegar a ser un “vampiro” emocional.
El “vampiro emocional” se empieza a construir desde muy temprana edad, desde que se da cuenta de que tocando la fibra sensible de su padre o madre, haciéndoles sentir responsables y culpables de las cosas que no le gustan. A partir de ese momento continuará poniendo en práctica las experiencias aprendidas y si se ven reforzadas con el resultado que estaba buscando, estas conductas se repetirán continuamente.
Pero no nos engañemos, puede ser que el “vampiro emocional” se convierta en una persona sin recursos, que no sabe hacer otra cosa que manipular a otros, y que cuando se tope con alguien no manipulable, se acabó.
DEPENDENCIA EMOCIONAL
Una vez pasadas las vacaciones de Semana Santa, volvemos a encontrarnos en este espacio para poder expresar lo que pensamos sobre las relaciones personales en el sentido de la dependencia emocional que en múltiples ocasiones observamos entre los más próximos a nosotros.
Las relaciones se tienen que basar en una serie de normas, a veces escritas y otras no, y en una serie de valores.
En la interacción con nuestros semejantes iremos aprendiendo estas normas, y las iremos adaptando a nuestra forma de ser y a nuestra forma de ver la realidad. También es cierto que en otras ocasiones tendremos que ser nosotros quienes nos adaptemos a las normas y valores imperantes en nuestra sociedad.
Pero, ¿qué sucede cuando tal adaptación no existe? ¿qué sucede cuando esa adaptación no es de doble vía?, es decir que, o bien sólo nos adaptemos a la norma, o que sólo hagamos que la norma se adapte a nosotros.
Lo que sucede es que se produce un desequilibrio individual, pero que muchas veces se equilibra en pareja. Con esto queremos decir que hay ocasiones en las que la pareja, como tal, está equilibrada en ese sentido adaptativo antes señalado, pero cada uno de sus miembros, de forma individual se encuentra en desequilibrio.
Uno de ellos se adapta perfectamente a las normas de convivencia impuestas por el otro miembro, que lo que hace es adaptar las normas a su forma de ser.
Lo que implica este “equilibrio” de pareja es que uno de ellos va a hacer todo lo posible para que el otro haga lo que él o ella quiera, y la forma de conseguirlo puede venir a través del chantaje o “vampirismo” emocional.
Una de las partes quedará casi anulada, soportará toda clase de humillaciones, públicas o privadas; soportará casi cualquier cosa porque ha llegado a creerse que “sin la otra parte no soy nada”.
En los siguientes artículos desarrollaremos más este tipo de relaciones y veremos de qué forma se puede conseguir tener una relación sana con nuestros semejantes.
EXPRESA TUS EMOCIONES.
Expresa tus emociones. Cuando se está pasando por una situación crítica, como puede ser el paro, las emociones se agolpan continuamente dentro de nosotros, y muchas veces las escondemos, por la razón que sea: no preocupar a los demás, vergüenza, introversión, etc.
Pero llega un momento en el que ya no se pueden contener más y salen atropelladamente en forma de diversas conductas. Y puesto que las manifestaciones externas pueden ser muy distintas ante una misma situación, nos podemos encontrar con conducta iracundas, agresivas, autolíticas,…. En resumen, el abanico que se despliega en el momento de la implosión emocional puede ser tan diferente como podamos imaginar, por no hablar del riesgo de caer en conductas adictivas como el alcohol, las drogas, el juego, etc.
Y claro, estas reacciones no solamente afectan a la víctima del paro, sino que también tienen una notable repercusión en las personas de su entorno, acentuándose más en las de su círculo más próximo.
Así que expresa antes posible lo que sientes, di a tu familia lo que está pasando por tu interior. No esperes que ellos vayan a tener la varita mágica que solucione todo lo que estás viviendo, pero sí conseguirás que sepan lo que sientes y que sean partícipes de ello, comprenderán mejor tu estado y habrá muchas menos posibilidades de que estalles cuando ya no puedas más.
Hay que tener en cuenta que el silencio no ayuda, nadie se puede meter en tu mente, y es un error pensar que los demás tendrían que haberse dado cuenta de lo que te pasa, piensa que si tu no dices nada, quizá no te digan nada a ti para respetar tu silencio.
Ahora bien, no es conveniente que se vayan expresando los sentimientos más íntimos a personas que no sean de toda confianza.
Otra forma de expresarlo es escribir, así sacas fuera lo que tienes y puede ser que cuando lo releas, adquieras conciencia sobre lo que estas viviendo y se abra ante ti una nueva visión y una nueva manera de abordar tu situación.